Archivo de la categoría: Libros de la Biblia

Cartel interactivo para estudiar el evangelio de Juan

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http://www.glogster.com/glog/6lnpr2saupl2i4pkju732a0

Colosenses

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La creación y el diluvio: dibujos animados

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Dibujos animados creados a partir de la narración bíblica acerca de la creación y el diluvio.

(Tiempo de duración 26 minutos)

La Zarza Ardiente

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Basado en los capítulos 2, 3 y 4 de Éxodo, recrea el encuentro de Moisés  con la zarza ardiente, finalmente intenta explicar el nombre con el cual los antiguos hebreos se referían a Dios.
(Tiempo de duración 27 minutos)

El Becerro de Oro

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Basado en los capítulos 32, 34 y 35 de Éxodo, recrea los eventos del becerro de oro e intenta explicar el alcance de los diez mandamientos.
(Tiempo de duración 27 minutos)

Los Apóstoles

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De la serie Grandes héroes y leyendas de la Biblia, esta caricatura bíblica relata los hechos de los apóstoles.

(Tiempo de duración 43 minutos)

La Biblia, el Apocalipsis: película

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Nos presenta la visión de Juan en la Isla de Patmos. Una hermosa recreación de los capítulos 4 al 22 del Apocalipsis.

(Primera parte 10:39 minutos)

(Segunda parte 9:03 minutos)

(Tercera parte 8:56 minutos)

No nos dejes caer en tentación… (en torno a Mateo capítulo 4)

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Me morí de la vergüenza cuando mi compañera de trabajo me preguntó: ¿este papel es tuyo? (había usado la fotocopiadora de mi trabajo para un asunto personal, un estudio bíblico que había preparado la  noche anterior). Pudo haberlo encontrado alguien más discreto, pensé. Pero la cosa se podía poner peor, y se puso peor. Levantó el papel, y leyó: Como vencer la tentación; acto seguido comentó con voz de vendedora ambulante: ¡muchacha, si las tentaciones no se vencen, se disfrutan!

Ceder a las tentaciones parece ser la manera más común de vivir. Muchos no sólo ceden, buscan de ellas con la ansiedad de los jugadores compulsivos. La gran mayoría sólo teme ser descubierto. El reto… eliminar la evidencia incriminatoria. La tentación…trofeo a la astucia, peritaje de quien sabe vivir y lo hace con estilo…

Para unos, cadenas; para otros, hilos pesados que halan hacia otro dominio. Ver cada una de ellas como exámenes que hacen crecer el carácter de Cristo en nosotros, no es fácil… por lo menos no cuando las tentaciones comienzan a coquetear con nuestros sentidos.

Es por eso que la actitud de Jesús cuando  se hicieron presente: los deseos de la carne, los deseos de los ojos y el orgullo de la vida, es modelo y regla a la vez.

Jesús agradeció a sus discípulos haberlo acompañado en sus pruebas (Lucas 22:28), no vio algo malo en aceptar que ellas continuarán con nosotros mientras estemos en este cuerpo, después de todo fue el Espíritu Santo quien le llevó al desierto para ser tentado por Satanás.

El enemigo intentó llevar a Jesús a desconfiar del Padre.

No creo que haya sido fácil su enfrentamiento con Satanás en el desierto, pero nos dio la clave para vencer: se sometió al Padre, utilizó la Palabra de Dios en su justa perspectiva y escogió rendir adoración sólo a Dios.

En ocasiones el enemigo nos ataca desde nuestro interior, utilizando nuestros pensamientos, nuestros temores y nuestros más intimos deseos. Someternos a la dirección del Espíritu Santo nos capacita para reconocer la verdad de Dios.

Decía un escritor cristiano: «No debemos pensar que vamos a alcanzar una etapa en que estemos más allá de la tentación; Jesús nunca alcanzó esa etapa, desde el principio hasta el fin de su carrera tuvo que mantenerse en la lucha, por eso puede ayudarnos a pelear la nuestra». En Hebreos 4:15, dice que fue tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Jesús aplicó la verdad bíblica: “ Someteos, pues, a Dios. Resistid al Diablo, y él huirá de vosotros. (Santiago 4:7)

Arrepentíos… (Mateo capítulo 3)

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Arrepentimiento, nos ha dado por llamarle así… pesar, tristeza, aires de melancolía… retrotraernos a momentos que desearíamos no haber vivido; como decía la abuela: “tristeza por lo que pudo haber sido, y no fue”, o mejor aún, por lo que de algún modo fue, y no debió haber sido”

Juan, nos convoca a arrepentirnos de todo lo que lacera nuestra intimidad con Dios; todo lo que invalida el pacto de confianza, de dependencia absoluta de Dios, Juan nos remite a la fe (la tan mentada fe de la que hablan todos, como si fuera una palabra mágica que atrae las cosas a nosotros, en lugar de atraernos hacia Él).

Juan comprendía muy bien el significado de la palabra arrepentirse… volverse a Dios, convertirse de nuestros caminos a su camino. Comprendía lo que significaba, y lo que no significaba. No era el pesar del que hablamos, tampoco era la tristeza de la que hablaba la abuela; después de todo, esta nos lleva, en un viaje de 360 grados, al punto de partida al cual nunca quisimos regresar.

En el evangelio según Lucas, refiriendose a Zaqueo, Lucas nos narra: «procuraba ver quién era Jesús…»

En su experiencia, Zaqueo nos muestra el fruto de arrepentimiento del que habla Juan. «Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba lo vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me hospede en tu casa. Entonces él descendió aprisa y lo recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a hospedarse en casa de un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguien, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido». (Lucas 19:5-9)

Jesús se sumerge en las aguas del arrepentimiento «para cumplir toda justicia». Cuando nos sumergimos en las aguas del arrepentimiento, podemos descansar confiados en Él. Descansar en Cristo, quien ha prometido sumergirnos en las aguas del Espíritu… ¡para hacernos más que vencedores!


…Y venimos a adorarle… (Mateo capítulo 2)

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Llegamos al capítulo dos del evangelio según Mateo, e inmediatamente comenzamos a confrontarnos.

Nos quisimos identificar con los magos de oriente; pero en ocasiones nuestro espejo revelaba a sacerdotes indiferentes, demasiado preocupados por los rituales y los formalismos. Con horror reconocimos un dejo de crueldad herodiana en nuestras actitudes.

Ante el ritualismo de los escribas y sacerdotes, ante los celos, el odio y la crueldad de Herodes… nos detuvimos a contemplar el tierno fervor de los magos de oriente.

Los magos de oriente… sabios, pero gentiles. A esos paganos parecía no corresponder la sublime misión de adorar al Rey de Reyes, el Mesías prometido.

“Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”. ¿Qué porción de su mensaje no comprendimos? ¿Por qué nos pareció tan difícil postrarnos ante Él, y tan fácil postrarnos ante nosotros mismos? ¿Qué turbó nuestro entendimiento?

“…Y postrándose, lo adoraron”. Cualquier esfuerzo no era suficiente, emplearon sus talentos, su tiempo, sus riquezas, sus energías… todo a los pies del Mesías.

Reconocer en Él, a quien anhela nuestra alma, completa toda expectativa de vida. No reconocerle nos sitúa del lado de ellos, aquellos que conociendo las Escrituras Sagradas, no le conocieron a Él. Del lado de quienes reconocieron en Él una amenaza a sus aspiraciones, del lado de quienes le dijeron, no es tu tiempo.

Pablo lo dijo en su carta a los gálatas: “Con Cristo estoy juntamente crucificado…”. Crucificados nuestros sueños, crucificados nuestros deseos, crucificados nuestros planes…

¡El tiempo de Dios ha llegado!